
Un grupo de científicos explicaron que cuando esto suceda, el Sol dejará de producir calor mediante fusión nuclear y se expandirá, convirtiéndose en un gigante rojo. Este proceso llevará a que Mercurio y Venus sean devorados por el Sol expandido, y los vientos solares intensos erosionarán la atmósfera terrestre, exponiendo al planeta a condiciones extremadamente hostiles.
A pesar de la gravedad de estos cambios, la eventual muerte del Sol marcará un capítulo final no solo para el sistema solar, sino también podría ser un punto crítico para la existencia de la vida tal como la conocemos, a menos que la humanidad haya encontrado formas de sobrevivir en otros planetas o en el espacio.
El fenómeno supondrá el fin de su ciclo de vida tal como se conoce en la actualidad y desde hace miles de años, desencadenando una serie de eventos catastróficos para los planetas más cercanos.
