Para la mayoría de ellos las multas que les colocan los agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) no son más que molestias y abusos en su contra.

Para el resto de los conductores, e incluso de los peatones, representan un peligro viviente.

Se trata de los repartidores de paquetes que utilizan motocicletas para hacer su trabajo o, como se les llama popularmente por el término inglés: deliveries.

El delivery conduce de manera temeraria, transita en vía contraria, hace uso de túneles y elevados, obstruye el paso peatonal, utiliza el celular, conduce a exceso de velocidad y rompe con frecuencia los espejos retrovisores de carros, camionetas y yipetas.

Todo esto ante los ojos impotentes de los de la Digesett y el cansancio tolerante de las patrullas policiales.

Y es que el número de deliveries se ha disparado en proporcionalidad al crecimiento de las ciudades en República Dominicana y a la llegada de la Covid-19, no así con los agentes del orden por lo que, a menos que se trate de un operativo o una elección selectiva del momento, las contravenciones pasan de largo.

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